TAI CHI, CHI KUNG, TAO CURATIVO
El Tai Chi nace, hace más de cuatro mil años en China, tras la unión de los mejores médicos, los mejores poetas y los mejores guerreros.
Según la leyenda, Fu Hsi, el primer gobernante de China, que vivió en el tercer milenio antes de Cristo, estaba sentado en la orilla del río Amarillo, meditando sobre el significado de la vida, cuando una tortuga (considerada un animal sagrado en la antigua China) emergió del agua. En su caparazón vio las marcas que formaban trigramas, a través del cual las fuerzas celestiales revelaron las respuestas a las eternas preguntas humanas. El Tao Eterno devino I Ching. Y comienza nuestra historia...
Me es tan difícil escribir sobre Leo Vicent como escribir sobre un amigo íntimo.
Pintor, escritor, viajero incansable, debió ser en alguno de sus viajes en aquellos sus " años perdidos " cuando, supongo, cayó bajo las perniciosas influencias de las filosofías Zen y Shinto de Japón, del katsu curry en las noches de invierno, y de la amapola enteógena que crece en las montañas de Wudan. Volvió convertido en guia de Tai Chi, el puño de Kunlún y en discípulo aceptado de la más antigua escuela de caballería de Japón, la Tenshin Shoden Katori Shinto Ryu. Caballero de Oriente y Occidente, de ese Oriente por donde sale el sol. Me dijo en una ocasión que en la palabra Oriente duerme, por feliz circunstancia, el oro alquímico y el de la primera mañana del mundo, y es la búsqueda de ese oro no material lo que le convierte en un caballero de fortuna.
La vida le ha puesto grandes maestros al alcance de las mangas de su aori, siempre prestas al roce sutil´, consecuencia de sus pasados actos que dirían en Oriente.
De John Fanning, alumno del maestro Lo, un viejo bandido fuera de la ley capaz, o eso se cuenta, de devolver la vida a pájaros y pequeños mamíferos con un grito, que le inició en el arte de la Palma de Hierro y en el Ming Ch,uan, a Otake Risuke Sensei, maestro de armas de la escuela de caballería más antigua de Japón, la Katori Shinto Ryu, pasando por Leiko Wu o Sam Masich.
En el sexto libro de la Eneida se dice que son dos las puertas divinas por las que nos llegan los sueños : La de marfil, que es la de los sueños vanos, y la de cuerno, que es la de los sueños proféticos. Entrarán tigres del sueño en la práctica de su arte y quizá sintamos miedo. Siempre será mejor que sentir miedo en sueños y engendrar un tigre en el corazón. No en vano somos "los que están en el jardín".
Hay un tipo de sueño que merece nuestra singular atención: El sueño de un hombre despierto. Con vosotros, carne y sangre, Leo Vicent, guía de Artes Internas
R.C.
Revista el Mundo del Tai Chi
Comentarios