SCHWALLER DE LUBICZ, AZULES PARA EL TEMPLO DEL HOMBRE
El milagro egipcio', de René Adolphe Schwaller de Lubicz editado en nuestro país por Atalanta: una puerta a la inmortalidad.
Descubrió el nombre Secreto e Impronunciable de Dios en el triángulo Pitagórico. La pista del alquimista mallorquín Ramon Llull, doctor Iuminado, le llevó al Templo del Hombre en Karnak. Se interesó por la teosofía y fue discípulo y colaborador de Fulcanelli, en el París, plagado de poetas y alquimistas, en el que el ruido de La consagración de la Primavera -con su doncella sacrificada a los dioses- agrietaba peligrosamente la corteza cerebral del mundo. Un pensador metafísico por en cima de Guenon. Existe la sospecha de que Jean-Julien Champagne, que se reveló ante Schwaller como "el verdadero Fulcanelli", se apropió de los originales estudios que de Lubicz había llevado a cabo acerca de las catedrales góticas "como textos alquímicos en piedra"; cierto o no, 13 años después apareció, sin acreditar a Schwaller, esa obra inmensa titulada El misterio de las catedrales (1926), cuya elusiva linfa corre por algunos rincones de la literatura del siglo XX
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