ABRAXAS, EL DIOS DE LOS GNÓSTICOS

Cerramos el chiringuito. Lo bueno dentro por el calor. Nos vamos a una sombra bajo un olivo, a tomarnos un botijo de palomita bien cargado con Parménides de Elea y a la Scala de Napoli, a escuchar la marcha de los sacerdotes de Mozart interpretada por las máquinas anatómicas del príncipe alquimista Raimundo di Sangro. Pero no temas, oh hijo en el exilio de la edad del Hierro, que te dejamos un contenido de lujo para su lenta deglución espiritual. Vichyssoise en frio con puerros gnósticos y gazpacho atemperado con cubitos de hielo de dios con cabeza de gavilán. Y volveremos imparables y bizarros para una tercera temporada de HORIZONES PERDIDOS. Para no abraxarse, vamos... El término Abraxas es uno de los más fascinantes dentro de la tradición gnóstica. Asociado con la integración de fuerzas opuestas y la visión cósmica del universo, Abraxas ha sido un símbolo alquímico clave no solo en la antigüedad, sino también en la cultura esotérica moderna. Su significado trasciende los límites de la dualidad, representando una divinidad que abarca tanto el bien como el mal, lo espiritual y lo material. A lo largo de los siglos, el concepto de Abraxas ha sido explorado por diversos pensadores, autores y filósofos, especialmente en el campo del gnosticismo, la alquimia y el ocultismo.

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