ZEN EN EL ARTE DE LO QUE SEA

Cuaderno de viajes
Sketch
Tinta y pastel


He aquí un libro que ha esculpido formas únicas. Un maestro. El escultor Eduardo Chillída ha trabajado el yeso, la madera, el alabastro, el acero, el granito. Hombre de hierro hombre. Es probable que en su estudio oliese a grandes mesas de madera claveteada, a cerraduras y llaves, a sopletes y fuelles. Es un músico que compone sinfonías de metal. Ha trabajado la materia incandescente, el flujo de los primeros días, el pecado original, el fuego y la carne.
Cuando paseaba por los jardines su Chillída Leku viéndole se tenía la impresión de que era un Koan vivo. Su propio acertijo.
Fue Braque, según él mismo contaba, quien le habló por vez primera de un libro precioso sobre el arte del tiro con arco según el desprendido espíritu zen. Se trata del bellísimo de texto de Egene Herrigel Zen in der Kunst des Boguenchiessen " Zen en el arte del tiro con arco". con prologo del doctor Suzuki. Quizá hasta le prestase una primera edición en francés de 1955. El brillo en los ojos con que Chillída hablaba de este libro demostraba la profunda huella que el texto había dejado en él, cuanto había influenciado en su obra, en su peinar vientos de salvaje cabellera. En su hierro. En su piel.
Porque da igual lo que hagas, cual sea tu camino, sustituye tiro con arco por cualquiera que sea tu vía y lee.
Es un libro de aliento, un libro espiritual que habla de la calma en la acción, de los bigotes del gato, de la inmovilidad veloz del deseo, sobre una forma particular del saber, "el saber de la experiencia", de ese momento último cuando Hacer es posible porque se Es.
Herrigel define ese instante supremo diciendo "Cuando la cuerda se tensa al máximo, el arco se inserta en el Todo".
Manual del arte de vivir viviendo, del perfeccionamiento o de la realización interior que contiene, a la vez, una luminosa apertura a la creación, de modo que el danzante y la danza se convierten en una misma cosa.
Muchos artesanos tienen este libro en sus mesillas y, sin duda, todos los trapecistas del circo de los hermanos Freemen.
Conocí a un hombre, que se las daba de maestro, que estuvo todo un año repitiendo los movimientos del ritual del tiro con arco en una galería cerrada. Sin flechas. Cuando por fin se le permitió salir al exterior y ponerse frente a un haz de paja con una flecha en la mano se le preguntó: "¿ A donde apuntas ?" " A la diana". Respondió. Y fue invitado por su maestro a volver dentro sin disparar su saeta y a no salir en otro año.
Cada flecha tiene un género, masculinas o femeninas. Creado de las plumas de los lados alternos del ave, las masculinas o Hayayas giran en el sentido de las agujas del reloj y son las primeras en ser tiradas. Las Otoyas vienen con la segunda respiración.
En Japón el día primero del año se dispara la Hamaya o flecha que aleja los malos espíritus y hay mujeres que leen el futuro en su vuelo. Yo las vi. Hablé con ellas. Y una de ellas me contó la historia del boyero y la tejedora.

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