HOT JAZZ
LA TROMPETA Y EL CHALECO SALPICADO DE ROSAS
Apunte sobre Moleskine
Tinta china y acuarela.
William Paul Boresey Jr. cruza el gran hall del museo del Prado con zancadas tan ágiles como desmañadas.
Viste levita y corbata de lazo. Botas de montar. Zarcillos cuelgan de sus orejas con perlas del tamaño de huevos de perdiz. El pelo, con un tupé digno del libro de los jueces, larguísimo engominado a los lados, bigote fino y mosca.
Siente haberse desprendido a la entrada de su gigantesco cuchillo Bowie con la empuñadura de auténtico fémur humano tallada.
Pero va a ver una vez más su adorado Jardín de las Delicias del Bosco en la sala 56a. Al entrarse dirige directamente a la mesa del centro que todos los guías llaman "la mesa de los pecados capitales" El gran ojo en el centro. Socarrón, hace ademán de querer cegarlo con el indice y lee: "Cave, cave Deus videt" Cuidado, cuidado, Dios lo ve...
Willy adora, también, el Paris de los años 20 y la voz de lava de Edith Piaf. Piensa que desde entonces se libra una guerra por la libertad del ser humano. De un lado la Internacional Invisible, los gatos, los shunga japoneses, la geometría no-euclidiana, el verso libre, la pintura abstracta y el Jazz. Del otro todo lo demás.
Es un músico de Nueva Orleans, un pirata de río, un caballero de fortuna.
Acaba de decirme junto a las cuatro fuentes: " Recuerdo que de crío mi madre me decía que tenia la voz como Nat King Cole y yo le decía quién es ese. Tuve que enmascararla. Buscar mi propio registro. Me ayudaron el ron tostado y los desengaños. Luego escuche los discos de otros grandes...Roberta Flack, Donny Hathaway, Curtis Myfield...
La libertad es lo que más me atrae del jazz, es la única música donde no puedes repetirte. Luego la comunicación y la sinergia que se establece entre los instrumentos es algo que también me genera muchas satisfacciones, ya que cuando canto mi voz se convierte en un instrumento más. No interpreto, ejecuto.
Canto tirando las palabras, como golpeando la grupa de un caballo con una fusta. Así debe ser.
Yo fui a Nueva Orleans a cazar brujas, sabes, era un agente de la reina Isabel de Inglaterra que quería eliminar competidoras y proclamarse única reina del Aquelarre, pero una bruja del pantano cajún me cazó a mí. Me enseñó a tocar el dobro, a preparar los cangrejos y el gumbo, a aprender el verdadero uso de los pedales del piano.
El jazz es muy sexual. El sexo es la última luz. Un día, tras un concierto en Montreal, descubrí que había tenido un orgasmo y eyaculado en mis pantalones. Mis muslos brillaban. No era la primera vez que me pasaba. Al día siguiente la pregunté a nuestro trompetista que era médico por los elementos que predominan en el semen humano y cuando me dijo que predominaba el fósforo lo vi todo claro. Fósforo es uno de los nombres de la estrella matutina, Venus. Palabra que traducida al latín se convierte ni más ni menos que en Lucifer. Fosfurus, el que lleva la luz.
El fósforo brilla en la oscuridad. ¿Qué otra cosa es nuestro semen sino luz liquida ?
Todo amor-rió con fuerza Willie- oscila entre Venus y la iluminación. Me pregunto quién de nosotros conoce sus propios límites."
Entonces calla y contemplamos el cuadro durante un instante eterno.
"Ya podemos irnos." Me dice
"¿ Como sabes cuando debemos irnos ?" Pregunto
" Las figuras empiezan a moverse."
Y se levanta y empieza a andar. Willie DeVille. Corsario de guante amarillo.
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