LA SABINA Y EL BUEN DOCTOR
Carl Gustav y Sabina
Pincel y acuarea sobre Moleskine
Zurich 1908.
Afuera sopla el Fohn, el temible viento que vuelve loca a la gente.
En la Bahnhofstrasse, en la taberna de Lorelei, Einstein, "que piensa con la sensibilidad de un fotón," abandona la barra con dos jarras de cerveza. Con sus pantalones bombachos se arranca en un paso de baile y se dirige a una mesa donde James Joyce, "que piensa con la sensibilidad de una mujer," levanta sus ojos azules de borracho para verle venir.
En una mesa apartada por el denso humo el doctor Jung aparta la cabeza de sus papeles y les mira embobado. No quiere volver a casa. No. Todavía no... En la mesa de al lado se ha sentado el famoso ocultista inglés Aleister Crowley, la bestia 666, el hombre más perverso de Inglaterra, el primer punk, que acaba de regresar de escalar el Kachenjunga. Viste un turbante y se hace pasar por un Khan de Oriente. Dicen que en el descenso de la montaña mató a varios hombres.
Jung piensa que ha entrado para siempre en la Bagdad mítica de las mil y una noches y que va a quedarse allí para siempre.
Suena una partitura de La Bohéme y todos se preguntan por qué basta un semitono -de do menor a do sortenido - para romper el alma. El humo se eleva como una serpiente.
Jung vuelve a consultar sus papeles. Ante él los informes de Sabina Spielrein, una de sus pacientes y la mujer que le tiene obsesionado desde que la vio emerger de un baño frío para calmar los síntomas su histeria y supo que su destino estaba ligado para siempre al de ella. Loco de amor. Loco de deseo
Spielrein es un apellido que quiere decir "juego limpio" Jung no deja pasar nada por alto. No cree en las casualidades. Las llama sincronías. Sabe que es cuando el Universo firma con seudónimo.
Un día, al volver de la clínica, un tábano se estrellaba una y otra vez contra los cristales de la ventana. Escuchó atentamente aquellos golpes: Toc- toc-toc...Por la barba de Moisés, aquello era código Morse o él era el doctor Freud...Punto, punto, punto...la letra S, la inicial del nombre de Sabina. Así una y otra vez... Decidió practicar la bibliomancia. Se dirigió a la librería y cogió un volumen al azar. Leyó en los actos de Tomás:
" La niña es la hija de la luz, en ella se apoya el altivo resplandor de los reyes."
Estaba claro. Sabina es...
Jung empieza a pensar que el Eros es la vía principal hacia la realización personal por encima de la voluntad de Poder, el Logos.
"LLévesela a un lugar apartado y una vez allí propinele una buena tunda"- Le dijo hace tiempo el doctor Gross-
" ¿ Cómo puede negarle un placer tan sencillo ? "
Jung piensa que se ha encontrado con su reina de Saba. Escribe sobre la mesa mojada, la libreta abierta casi rota:
La dimensión erótica de todo varón ha de pasar por cuatro etapas fundamentales para alcanzar el pleno desarrollo, que culmina con la consecución del conocimiento. Así la primera fase será puramente instintiva, mientras que en un segundo momento la relación sexual se caracteriza por incluir aspectos más elevados, al compartir los amantes intereses de orden intelectual o afectivos o de cualquier tipo. Más adelante el Eros adquiere formas puramente religiosas, sublimando el individuo sus impulsos hacia el sexo contrario en ideales de carácter totalmente espiritual. En la última etapa lo místico se transforma en poesía pura, en sabiduría. La figura de la Reina de Saba, el encuentro con ella, encarna esta etapa final.
Símbolo de perfección, amor por encima de todas las cosas. La amada como representación de la Sophia Gnóstica, que deja de ser madre perpetuadora de la especie para convertirse en redentor soplo del alma. La rosa es su emblema.
Jung apura el schnaps de un trago, recoge todo y sale disparado. el fuego en los riñones. Corre al apartamento de Sabina. Le tiembla la mano. Al pasar choca con Crowley que le dice." ¿ Quiere saber el gran secreto de la magia ? Cualquier capullo puede hacerlo. "
Suenan violines desde el Danubio a Viena. Lleva las botas llenas de barro pero también una bufanda azul. Se siente ligero como un trovador. Jung intuye que, aunque tiene dos hijas y espera otro con su esposa, va a ser desvirgado por Sabina. La mujer. La niña. Eso si ella le abre la puerta.
Pincel y acuarea sobre Moleskine
Zurich 1908.
Afuera sopla el Fohn, el temible viento que vuelve loca a la gente.
En la Bahnhofstrasse, en la taberna de Lorelei, Einstein, "que piensa con la sensibilidad de un fotón," abandona la barra con dos jarras de cerveza. Con sus pantalones bombachos se arranca en un paso de baile y se dirige a una mesa donde James Joyce, "que piensa con la sensibilidad de una mujer," levanta sus ojos azules de borracho para verle venir.
En una mesa apartada por el denso humo el doctor Jung aparta la cabeza de sus papeles y les mira embobado. No quiere volver a casa. No. Todavía no... En la mesa de al lado se ha sentado el famoso ocultista inglés Aleister Crowley, la bestia 666, el hombre más perverso de Inglaterra, el primer punk, que acaba de regresar de escalar el Kachenjunga. Viste un turbante y se hace pasar por un Khan de Oriente. Dicen que en el descenso de la montaña mató a varios hombres.
Jung piensa que ha entrado para siempre en la Bagdad mítica de las mil y una noches y que va a quedarse allí para siempre.
Suena una partitura de La Bohéme y todos se preguntan por qué basta un semitono -de do menor a do sortenido - para romper el alma. El humo se eleva como una serpiente.
Jung vuelve a consultar sus papeles. Ante él los informes de Sabina Spielrein, una de sus pacientes y la mujer que le tiene obsesionado desde que la vio emerger de un baño frío para calmar los síntomas su histeria y supo que su destino estaba ligado para siempre al de ella. Loco de amor. Loco de deseo
Spielrein es un apellido que quiere decir "juego limpio" Jung no deja pasar nada por alto. No cree en las casualidades. Las llama sincronías. Sabe que es cuando el Universo firma con seudónimo.
Un día, al volver de la clínica, un tábano se estrellaba una y otra vez contra los cristales de la ventana. Escuchó atentamente aquellos golpes: Toc- toc-toc...Por la barba de Moisés, aquello era código Morse o él era el doctor Freud...Punto, punto, punto...la letra S, la inicial del nombre de Sabina. Así una y otra vez... Decidió practicar la bibliomancia. Se dirigió a la librería y cogió un volumen al azar. Leyó en los actos de Tomás:
" La niña es la hija de la luz, en ella se apoya el altivo resplandor de los reyes."
Estaba claro. Sabina es...
Jung empieza a pensar que el Eros es la vía principal hacia la realización personal por encima de la voluntad de Poder, el Logos.
"LLévesela a un lugar apartado y una vez allí propinele una buena tunda"- Le dijo hace tiempo el doctor Gross-
" ¿ Cómo puede negarle un placer tan sencillo ? "
Jung piensa que se ha encontrado con su reina de Saba. Escribe sobre la mesa mojada, la libreta abierta casi rota:
La dimensión erótica de todo varón ha de pasar por cuatro etapas fundamentales para alcanzar el pleno desarrollo, que culmina con la consecución del conocimiento. Así la primera fase será puramente instintiva, mientras que en un segundo momento la relación sexual se caracteriza por incluir aspectos más elevados, al compartir los amantes intereses de orden intelectual o afectivos o de cualquier tipo. Más adelante el Eros adquiere formas puramente religiosas, sublimando el individuo sus impulsos hacia el sexo contrario en ideales de carácter totalmente espiritual. En la última etapa lo místico se transforma en poesía pura, en sabiduría. La figura de la Reina de Saba, el encuentro con ella, encarna esta etapa final.
Símbolo de perfección, amor por encima de todas las cosas. La amada como representación de la Sophia Gnóstica, que deja de ser madre perpetuadora de la especie para convertirse en redentor soplo del alma. La rosa es su emblema.
Jung apura el schnaps de un trago, recoge todo y sale disparado. el fuego en los riñones. Corre al apartamento de Sabina. Le tiembla la mano. Al pasar choca con Crowley que le dice." ¿ Quiere saber el gran secreto de la magia ? Cualquier capullo puede hacerlo. "
Suenan violines desde el Danubio a Viena. Lleva las botas llenas de barro pero también una bufanda azul. Se siente ligero como un trovador. Jung intuye que, aunque tiene dos hijas y espera otro con su esposa, va a ser desvirgado por Sabina. La mujer. La niña. Eso si ella le abre la puerta.
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