DON JUAN PEREGRINO

DEJENEUR SUR SOFÍA (Detalle) Acrílico sobre lienzo. 2012






Por estos días del verano no hay cosa más fácil para mi imaginación que ver, en la garganta, a la altura del chacra laringeo, peregrinos a Santiago. Los voy poniendo por las posadas en Tours, en Puente de la Reina,O si es el camino del sur, en Iria Flavia, Padrón, refrescando botellas asidas por el gollete en el río. De pálido Ribeiro, claro. O simplemente les veo hacer camino, sentado en una fuente contando babosas, O a la sombra de un castaño. O compartiendo una tortilla de patata, en la noche, con un amigo, dentro de un coche en mitad del monte antes de ser abducídos por un ovni o arrastrados por la Santa Compaña. Converso con los peregrinos hambriento de lenguas, de países y de corazones. Todos buscando paz o un milagro. Qué tanto da.Qué cada peregrino es un vaso secreto.

Fue con ese compañero de viaje, el de la tortilla y el ovni, que una tarde vimos en el camino gallego al fantasma de don Juan peregrino, liberado, por el amor de una novicia, de los infiernos. Debió ser por las Ermitas, justo después de una de esas fiestas del pulpo que rulan por los pueblos del interior. Era la hora de la siesta y cantaba la chicharra. Habíamos acudido a refrescarnos en el río. Pusimos en el CD del coche, a todo meter, el "some girls" de los Stones, y en pelotas corrimos por la maleza.Entonces le vimos... Llevaba por criado a un lobishome. Benitiño, le llamaba. Vestía un gabancillo corto de color verde, y calzaba botas altas, lombardas, de ante trenzado. Parecía estar en la orilla refrescando el caballo. Entonces reparamos en que la chica de la cafetería de la gasolinera salió del puente para mirarle. La pelirroja de los descafeinados. El caballero la saludó, los ojos tristes, llevándose la mano a la birreta. No podíamos creer lo que veíamos. Ella dejo caer un pañuelo, que el viento llevó río abajo, y allá se fue la prenda...Hasta que el fantasma de don Juan voló para llevárselo a los labios...