UN PINTOR DE LA MEDINA
Acrílico sobre lienzo-2011
Al Asad, el pintor, me enseñó los diferentes tipos de papel con que trabajaba. Así, aparte del papel blanco estaba el de color purpura.
Y el azul, que es el color del luto. Antiguamente en Egipto y Siria las órdenes de ejecución estaban escritas sobre papel azul.
El rojo estaba considerado como un color alegre. El amarillo lo conseguía gracias al azafrán, a la manera antigua. Antes de servirse del papel lo pulía frotándolo sobre una plancha de madera bien lisa con un pesado huevo de cristal. A veces lo frotaba con jabón para hacerlo más resbaladizo.
Llamaba a la punta izquierda de su cálamo inshi (humano) y a la derecha washi (salvaje).
Recordé el aforismo de Leonardo da Vinci: "Salvaje es quien se salva".
Usaba dos clases de tinta. Una hecha con hollín disuelto en miel, goma arábiga y otros ingredientes y otra a base de agalla, muy negra, brillante, inmune al tiempo y a la intemperie.
El tintero era portátil, de cobre, un regalo del jeque Abdú, y siempre lo llevaba colgado del cinturón. Estaba adornado con poesías finamente labradas en ese estilo de caligrafía sinuoso y elegante que era su preferido para sus trabajos, y que se conoce como escritura Zulf-i, arús o rizos de pelo de la casada, con sus colas ovaladas y sus lazos en forma de caracol.
Me interesé por el significado de las inscripciones. Al Asad tradujo:
" Bondad hacia el joven
Generosidad hacia el pobre
Buen consejo a los amigos
Clemencia con los enemigos
Respeto hacia el que sabe".
Comentarios