CANCIÓN DE INVIERNO

BEAST TAMER (DETALLE)
Acrílico sobre lienzo-1998




Es invierno. La tierra está inspirando. El olor del invierno es salado. El agua se convierte en hielo, la tierra se agrieta, los gusanos se enroscan, los felinos se aparean salvajes, los ciervos pierden la cornamenta. Se reparan los muros y se esconden las llaves. Es el día más corto del año. Pero también volvemos de nuevo el rostro hacia la luz. Nos giramos buscando la luz que vuelve. Es el solsticio, y es el cumpleaños de muchos dioses, unos son azules otros no: Mitra, Toth, Hermes, Ganesha, Odín, Marishi Ten, el Cristo... Unos serán sacrificados y devorados, otros se enfrentarán a grandes bestias, algunos colgarán de un árbol durante nueve días hasta aprender el lenguaje de las runas. Es el Sol que vuelve, la luna ha completado su ciclo, las estrellas están en su lugar. Todo y todas la cosas están a punto de despertar. Es invierno y su perfume es el sándalo.
Cuando dejamos atrás el último tori de Katori Jingu, bajamos las escaleras y atravesamos la calle llena de restaurantes y tiendas para los peregrinos en dirección hacia la parada de autobús. La hechicera está allí, esperándonos. Lee el destino en las manos y en la tirada de palitos de miel en rama, confecciona horóscopos, es del pueblo y la siguen todos los gatos. Joven como para no saber su edad, es una miko, una sacerdotisa profana del bosque y las casas de bambú.
Nuestra escuela nos ha pedido un juramento de sangre bajo la mirada de Marishi. Es la costumbre de antiguos guerreros. La hierba seca del verano es todo lo que queda de ellos. Este dios del panteón shinto es andrógino, vive en la estrella polar, maneja el arco oracular, monta un fiero jabalí... Es la luz que vuelve.
La hechicera me mira y me hace señas. Me pide que me acerque. Lo hago. La escucho y la entiendo: "El Despierto dijo: Está Marishi. Tiene grandes poderes. Pasa frente a los dioses del sol y de la luna, pero ellos no pueden verla. Los hombres no pueden verla o reconocerla, no pueden herirla ni engañarla. Cierra la mano izquierda, gaijin, con tres dedos bien cerrados y el pulgar en contacto con la uña del índice, de modo que formen un anillo. Mantenlo frente al pecho, medita que entras en ese agujero. Después mantén plana tu mano derecha sobre el puño izquierdo y giralá en sentido contrario a las agujas del reloj. Este es el mudra del receptáculo precioso de la diosa Marishi, el mudra de la formas que se ocultan, el mudra de la luz verdadera."

Paz y toneladas de amor. Feliz instante, compañeros de viaje!!!

Comentarios

Rubén Sanz ha dicho que…
DOMO ARIGATO GOZAIMASU

どうも ありがとう ございます
Numeros en binario ha dicho que…
te acuerdas de mi? :D
leo vicent ha dicho que…
Dame pistas. Una, al menos
Anónimo ha dicho que…
Reflejada, la fuerza de un Guerrero

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