LOS COMBATES DIARIOS
Acrílico sobre lienzo-2010
En una carta de la época Meiji la dama Hototogeji Kuroyama no Yasusada no Kami da a su hijo, uno de los samurais de Saigo, consejos sobre el modo de comportarse en la guerra: " Si quieres que la bala enemiga te evite en el campo de batalla, mantén limpio tu cuerpo. Si quieres que el acero enemigo no corte tu carne, se casto y ve a la guerra con la misma actitud que vas al santuario Katori en el festival del año del caballo".
Esta carta que muestra el carácter sagrado, no profano, del buen combate, ilustra la creencia, discutible o no, de que ser casto significa suprimir la condición humana. Podríamos encontrar numerosos datos etnográficos precisando el origen mágico de esa castidad que nuestros ancestros consideraban indispensable para sobrevivir en le campo de batalla. Aun hoy en numerosas tribus los guerreros, al igual que los cazadores o pescadores, deben permanecer castos antes de salir de expedición. Entonces cobraran la pieza. A partir de la batalla sobrepasan los valores de la vida biológica, psicológica y social. Siempre el río del cuerpo, esa magia bella y huidiza...
La impureza, y particularmente la sexual, no es la única que tiene la condición humana profana. Está la pasión egoísta, la codicia, el odio etc. Se es hombre, como dice la Bagavad Gita, en la medida en que no se desean los frutos de la acción. El héroe es plácido, inconsciente a los demás. Tiene ojos de niño. El santo no odia a nada ni a nadie. El guerrero no odia a su enemigo y muere sin miedo. El miedo no le reporta ningún beneficio. Si está escrito que tal día te ha de caer un teja de pizarra negra en la cabeza, lo mismo da que te vayas a vivir a Somalia o que excaves un profundo agujero y te encierres dentro. Te caerá. Hagas lo que hagas te caerá. ¿ Qué sentido tiene entonces preocuparte ?
La victoria es un estado y no un suceso. El héroe es victorioso aunque muera. El pintor muere todos los días en el taller. Se va al trabajo con amor, olvidando las debilidades humanas y más allá de toda turbación pasional. Uno no se acerca al arte con el centro emocional. Ni miedo ni ira deben turbar el espíritu. El guerrero será casto pero no célibe. Que se lo digan a un boxeador en las veladas previas a un combate. Un boxeador no deja de ser más que un artista plástico que crea un Bacon tridimensional en el rostro o cuerpo de su oponente con unos guantes de piel de determinadas onzas.