BAJO EL VOLCÁN
Mixta sobre lienzo-2010
Adoro México. Incluso una vez barajé la posibilidad de quedarme a vivir allí una larga temporada. He intentado conocer los caminos del norte y del sur, del zopilote y del chapulín, de los cenotes de mezcal y de la cerveza triple x, moviéndome como un seguidor de la iglesia laica de Malcom Lowry. México es siempre un buen maestro de vida. Ha abierto más mis ojos a colores no soñados que cualquier facultad.
Hace muchos años, una noche que volvía a mi hotel en Ciudad Juárez, al doblar una esquina me topé con el cadáver de una joven. Jamás lo olvidaré. Es triste ver como está sufriendo esta tierra. Como los celosos dioses de los Méxicas siguen sedientos de sangre y demandan nuevos sacrificios constantemente. Nada parece aplacarlos. Lo que sentí en ese momento, en ese instante congelado en el que quise correr en busca de ayuda pero no pude, fue algo más que terror o sorpresa. Hoy creo firmemente que el asesino se encontraba cerca y que yo podía haber sido el siguiente. Sentí su presencia tan real e intensa como el temblor de mis rodillas.
Llegó más gente y nuestros gritos alertaron a la policía. Cuando tuve que declarar conocí al comisario don Aquiles Daza. Era un hombre ya mayor, con abundante pelo negro peinado hacia atrás y ojos de corneja sabia. " A este pinche gachupín me lo ponen en la calle " Gritó dando por finalizada mi declaración. Volví a encontrármelo en la calle varios días después. Me saludó y como sincerándose consigo mismo me habló de la siguiente manera: "He llegado a la conclusión de que no existe nada que sea verdaderamente la muerte" " Jodér" pensé" un poli filósofo. Lo que me faltaba" Existe algo aparente que vela pero no impide un cambio radical en la vibración de la consciencia" Yo callé asombrado. El continuó " ¿ Sabe que la fallecida había recibido siete cuchilladas y que el dibujo que en su cuerpo formaban las mismas era exactamente igual al de la posición de las Pléyades en el cielo ? Algunos astrónomos han considerado a estas estrellas como sol de nuestra galaxia. Los babilonios las llamaban Temmenu, la piedra fundamental. Los hindues Amba, la madre. Para los antiguos griegos eran siete muchachas, siete palomas mensajeras de Afrodita. Para los de mi tribu son unas danzarinas sagradas conocedoras del más ominoso silencio y de la más resplandeciente quietud"