EN CARNE VIVA
Acrílico sobre lienzo-2010
Los surrealistas, con el Papa Breton a la cabeza, eran muy dados a debatir la cuestión del encuentro fortuito y cómo incidía éste en la vida. Heráclito, filósofo y observador de ríos ágiles, había pensado en ello y decidió que carácter es destino. El papel activo del azar en el arte ha sido bien debatido desde entonces. El dramaturgo Strindberg como buen pintor de Domingos escribió mucho sobre el papel que desempeñaba el azar a la hora de pintar un cuadro y los artistas de fin de siglo, sobre todo los poetas de Paris, grandes devoradores de tortillas de hachís regadas con absenta, sentían una especial predilección por la palabra "imprévu".
Imprevisto, he ahí el dilema.
La luz me ha asaltado en numerosas ocasiones. De repente. He visto hombres y mujeres, un forjador y una joven hindú, un viejo budoka japonés y una bruja de Ladakh, un bebé y una matrona de la seguridad social, criaturas atravesadas por la gracia desnudarse de sus vestidos de carne e iluminarse y resplandecer durante instantes, horas e incluso días. He visto irradiar de entre sus poros los viejos y hermosos fotones de los días de antes de la caída. Su piel se convirtió en un incandescente lienzo y luego en una rosa estática, que, ignorante del devenir se mostró abierta a los ojos. Exponían el alma y guardaban el cuerpo con un crujir de nudillos que golpean.
He sido testigo, por azar, del más grande de los viajes: El que va del sonido al silencio y de la iluminación a la ceguera producida por encarar el firmamento mismo.
Encendida la luz no queda nadie para mirarla excepto la luz misma.