DE LA AURORA

LA QUE NUNCA DUERME ( SERIE GILGAMESH )
Acrílico sobre lienzo-2009




El amor se aprende. Como el arte. Hay que educar el paladar.
Todo está en el sexo: La pintura, la danza, el teatro, la poesía. Siguiendo lo visto o lo sentido unas veces primará la fuerza y otras la ternura, la energía dejará paso al silencio. El vacío y frente a él un estallido de color. Lo pleno se ha manifestado.
Tras la acción desnuda, tras la violencia de unas pinceladas se descubre una búsqueda incesante y el fulgor de una llamada.
Hay danza, hay movimiento. Azul, blanco, negro, rojo y de nuevo silencio y vacío.
Ese rojo fundiéndose es el del crepúsculo de la mañana y de la tarde, se produce por la mezcla de la luz y la oscuridad, del blanco y del negro. La inteligencia roja es el rumor de las alas de un ángel. No es la aurora astronómica sino el nacimiento de la luz en el Oriente del corazón, me digo recordando palabras de María Zambrano. Hay no ser. Pero este no ser aflora a medida que progresa el descenso del ser.
No hay retoques, y en algunos espacios se ha buscado la confrontación sin mediar el pensamiento. Pensar es actuar.
Nunca sale del todo bien, el arte, el amor , la vida. No dejamos de aprender nunca.

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