PLACER Y DOLOR
Acrílico sobre lienzo-2009
Es del exterior al interior del cuerpo donde sentimos que otro organismo tiembla, se estremece, gime. El placer más completo es un poco de todo sin privarnos de nada. El camino medio.
El dolor no se enseña, viene pronto. Viene con el parto, la primera pesadilla, el primer cólico, el primer diente, el hambre. Antes que usados los sentidos han de ser efectivamente educados. Y que el ojo vea, el oído oiga, la lengua guste y le mano toque. El trato continuado con el color y el sonido, el abrazo, conducen gradualmente al placer. La diferencia entre el suspiro quejumbroso y el placentero está en que mientras el primero parece ser el último, el segundo va creciendo en intensidad y querría no tener fin. El placer y el dolor atraen la luz.
Debemos a la existencia del tacto, no olvidemos que los ojos pueden tocar intimamente, el primer remedio contra el dolor. De aquí las caricias, el masaje, el drenaje linfático o el simple rascado. Es el dolor propio el que nos ha llevado a coger la copa de la compasión. El amor al prójimo.
Cierta noche bailamos con el jeque el dikhr ritual de después el trabajo. Cuando sus ojos semicerrados se encendía todos sabíamos que cada una de sus respiraciones y pasos contenían sublimes significados. En el elevarse del exhalado Hu y el batir de la danza pegó con la cabeza en una viga baja. El dolor le hizo pararse y frotarse el chichón. Al día siguiente nos dijo en la fragua: " ! Por la hendida pezuña del adversario y el bigote de mi abuela, me dolió sólo porqué dejé de bailar !"