UN CUENCO DE MADERA PARA RECOGER LA LUZ DE LA LUNA

Acrílico sobre lienzo-2009
Rotunda se nos ha mostrado la luna estas noches. La luna de Agosto, la virgen de vino, la señora de las comadronas, la amante muda.
Los japoneses tiene un ritual en estos días que une a los jóvenes y a la dama de plata: El "OTACHIMACHI " Vestidos para la ocasión esperan sobre el césped cubierto de rocío, elevando en las manos un gran cuenco de madera de ciprés lleno de agua donde recoger la luz de la luna. Este poético ritual está cargado de simbolismo. No mirar la luna sino su imagen. El borde del cuenco, que no ha conocido labios, es una frontera entre este mundo y ese otro, huidizo, que se nos escapa pero que nos pertenece por derecho de nacimiento. Este ritual no tiene nada que que ver con el simple esteticismo. Es el soporte idóneo para una meditación, para forjar el espíritu de un adolescente. La ceremonia se realiza en Agosto el año en que cumplen 15, la misma edad en que se le entregaban al hijo del samurai la pareja de espadas que habrían de acompañarle toda la vida " DAISHO ", para que una vez sentido el beso de la luna, la vida sea insoportable en un mundo sin ella, y el alma, como dice Mishima, al fundirse con los ojos en el fondo del cuenco iluminado magicamente por la luna " brillando como una mariposa de oro, quede prendada en las redes del misterio "
Hoy, añoro el brillo de la luna de Narita bailando en las manos del maestro de espada.