PINTURA, ALQUIMIA Y MÚSICA

Apunte del natural - Pluma y aguada.
Alquimia y música son inseparables del Taoismo, la gran tradición chamánica y religiosa del pueblo chino de la antiguedad.
Para un taoísta la armonía del hombre con la naturaleza- que le permite vivir unos diez mil años- es decir, alcanzar la inmortalidad, reposa en unas prácticas en las que la alquimia es pieza fundamental.
En chino alquimia se dice
"neidan " "cinabrio interior", o" jindan " "oro-cinabrio", o también
" huanghai " es decir "amarillo y blanco" en referencia al oro y al mercurio, y mi definición favorita por su alusión al color.
El alquimista tiene la misión, no tanto de transformar el plomo en oro sino la de encontrar la materia irreductible, la quintaesencia de universo producida por su aliento original o soplo Qui. El célebre Gehong
( 281-343 ), autor del tratado esotérico del maestro que abraza la sencillez ( Baopuzi ), recomendaba que todo aquél que quisiera alcanzar la inmortalidad despierto tomara pildoras de oro. Los taoístas creen que el mundo que nos rodea se encuentra en perpetua transformación. La materia cambia de estado sin cesar: Del Yin al yang o viceversa. Nada es estable ni definitivo. " Todo es transitorio " como cantaba el loro del marajá. Lo que es vacio y blanco hoy, estará lleno y será negro mañana... Aceptar esta ley fundamental y adaptarse a ella como conviene es la meta que el adepto debe asumir.
En cuanto a la música, una leyenda atribuye su creación al Emperador Amarillo ( el inventor de la escritura, del número, de la crianza de los gusanos de seda y del arado ) que envió al lejano Sur sus hombres en busca de los bambús estrictamente escalonados de tal manera que darían la nota perfecta al ser tocados.
La alquimia y la música se unen en armónico abrazo en la pintura. Solo en el mundo del color se puede encarar el mundo de lo " sin forma " y de lo " no escuchado "