ACERTIJO DE SANGRE Y NIEVE

Acrílico sobre lienzo-2009
Cegados por el aluvión de imágenes que vemos cada día, es más necesaria que nunca una educación del mirar y el sentir, un ética de lo visual, un afinar el ojo que nos permita una mirada lúcida ante las imágenes que constituyen nuestra realidad y nuestro imaginario ( no menos real por otra parte)
Hace muchos años, cuando eramos más jóvenes, mi amigo Feral, uno de esos maestros que te da la vida, me contó esta historia al calor del carajillo de la taberna alemana de la plaza de Santa Ana :
" Aquella noche había nevado copiosamente. El caballo de Parsifal empezó a trotar suavemente, portando a un aterido caballero . Sus cascos iban dejando una estela sobre la nieve. Perfecta calma. Perfecto silencio. Un cisne cruzó volando el cielo perseguido de cerca por las implacables garras de un halcón. El caballero alzó la celada, tiró de las riendas, con los ojos cubiertos de escarcha escrutó el cielo. El halcón alcanzó al cisne. Herido en el cuello cayó sobre la nevada landa. Parsifal picó espuelas, pero cuando llegó al punto donde el cisne había caído no lo vio. Había remontado el vuelo, herido, y el halcón que no había querido ensañarse había desaparecido.
Sobre la nieve brillaban tres gotas de sangre. Cuando Parsifal vio aquello se apoyó sobre la lanza, absorto, pensativo, ido, la sangre y la nieve le traían a la memoria el color de las mejillas de la amada. Tan ensimismado estaba que de todo se olvidó. La noche volvió a sorprenderle, mudo e inmóvil. "
Y es que después de todo, como decía el divino Oscar: " La naturaleza imita al arte " Esta historia tiene el fulgor. Nos enseña de manera magistral la necesidad de interpretar lo visto desde una mirada intensa, atibiado el sentimiento una vez pasada la primera impresión.
El rojo era el color favorito del sufí Ruabehan asociado a los colores de la majestad y la belleza. Cirlot, en su magistral diccionario de símbolos, lo asocia a la rosa mística y a la caballería espiritual.
La verdad humana, adorada por griegos y romanos, vestía de blanco. La palabra griega LEUKOS significa blanco, feliz, alegre, un sobrenombre del padre Zeus. Los romanos anotaban con tiza los días fastos y con carbón los infaustos. Es emblema de pureza, de sinceridad, de candor. Es el color de la fiesta. En él se ve una promesa de esperanza después de penetrar en las tinieblas.