" ESOS ASQUEROSOS TROZOS DE CARNE "

Acrílico sobre madera-1995
Bacon en Madrid. El Museo del Prado abre sus puertas al ojo caníbal, a la mano inmisericorde del carnicero. Margeret Thatcher se refirió a la obra de Bacon como " Esos asquerosos trozos de carne " Los críticos dicen que nadie como Bacon para pintar al hombre del siglo XX. Yo no sé si él estaría muy de acuerdo con esta definición. Un retorno a la carnalidad. Un viaje por el Nigredo.
Lo feo elevado a los altares. La fiesta de los locos.
Conocí casualmente al pintor en el Madrid de los finales ochenta. Los años dorados. Et in Arcadia ego... Viajaba con frecuencia a esta ciudad. Cosas del corazón y la llamada de la pincelada de los grandes maestros del mismo museo que ahora reclama su presencia muerta. Asiduo del bar Cock en la calle de la Reina, el reverso tenebroso en todos los sentidos del Chicote, era generoso en la conversación, atento con los jóvenes, y ágil en el trasiego. Siempre invitaba. A partir de la tercera copa se le aflojaba el belfo, entonces se convertía en uno de sus retratos animado.
Le gustaba el destornillador, " Vodka con martini " a pequeños y rápidos sorbos. Y a mi también.
No hablaba mucho de pintura, pero cuando lo hacía era esclarecedor. Nos dijo que, muchos años atrás, había encontrado un viejo libro en la cuesta de Moyano que guiaba toda su obra. " De iluminationis operibus diversis " de un tal fray Nicéforo de Arganda. Esto me hace recordar otros artista unidos a libros de virtudes casí mágicas que marcaron su obra de manera rotunda. Chillida y el volumen de Herrigel o Palazuelo y el libro chino sin nombre comprado a un librero de los márgenes del Sena. Fray Nicéforo propugna en su obra que hay que desembarazarse de la idea abstracta de un alma separada del cuerpo, así como también procede superar el concepto convencional y estrecho de identidad personal. Aquí Bacon hablaba de " la esencia encapsulada en la piel. "
El artista, quizá, intuía la conciencia como realidad suprema. La luz borracha en su caso. Entendía conciencia y energía, como el haz y el envés de una misma cosa. Allí donde hay materia y energía hay conciencia. Uno intuye, tras el tercer destornillador, que tal vez sea éste el trasfondo del famoso principio Antrópico, que afirma que las leyes fundamentales de cualquier universo deben ser tales que permitan la existencia de observadores. También Schrodiger, el del gato, denunció el contrasentido de que exista un universo sin que nadie lo contemple. Bacon estaba convencido de que la carne no es independiente de la luz. Buscaba en la carne la luz atrapada para comérsela a grandes bocados, con la boca de Papas y ladrones. Bajo aquellas paredes de madera del viejo Cock soltó que la realidad, tan plural y arbitraria, es en última instancia no dual. Eructó y pidió otra ronda...