EL FUEGO Y EL AGUA


En el plano de una catedral se puede superponer la figura de un hombre con los brazos abiertos. ¿ Qué otra cosa podría ser el cuerpo sino lugar de iniciación ? Vagamos a través de él con las manos, pues el amor es o debería ser ciego, con la promesa de encontrar algo que perdimos hace tiempo. El laberinto de la catedral de Chartres posee solamente una entrada. Seguramente el maestro de obras seguía el camino del fuego, la iniciación en los misterios solares. Es raro encontrar en el suelo de nuestras catedrales laberintos con dos entradas. Simbolizan la mujer, el camino del agua, más corto para el iniciado pero no menos arriesgado. Los alquimistas medievales en busca del oro, perteneciente a la esfera apolínea, aconsejaban secar y depurar la materia bruta con la que empezar la transformación alquímica. La materia sin mácula, la materia virgen. Es en esta búsqueda medieval cuando surge el culto a la virgen del Grial. La doncella pudo llegar a convertirse así en guia de todo laberinto. Es la unión perfecta del fuego y el agua. Y todo ello para obtener la plenitud andrógina.
Dante ve a su Beatriz mientras degusta unos macarrones con guindilla y se estremece, sabe que sólo ella, con su secreto a salvo de las miradas bajo su vaporosos ropajes, puede guiarle por los círculos del infierno, purgatorio y cielo. Ella le inicia en los laberintos de ultratumba donde le espera Virgilio. Ella es la promesa de la consecución de la Gran Obra.

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