BARRERA SIN PUERTAS Y CABEZA CORTADA.


Historias zen para acabar de una vez por todas con las historias zen.



Fuera lo que fuese lo que le preguntaban al maestro este simplemente levantaba la nariz y cerraba los ojos. Ooohhh, decía.
Había un pequeño, Momotaro, que todas las tardes le servía un té verde y unos dulces. ¿ Qué es lo que te enseña el sensei ? le preguntaron un día. El chico entonces también levantó la cabeza y cerró los ojos.
Cuando Arashi san se enteró pellizcó al niño por la nariz hasta colocarlo dolorosamente de puntillas. El chico corrió dolorido. Al volver la cabeza, el viejo levantó la nariz y cerró los ojos. Ooohhh!, exclamó y el chico se iluminó.
Un día que Arashi san se encontraba muy enfermo, creyéndose a punto de morir nos dijo; Todo lo que os he enseñado lo he aprendido del chico del té y los pastelillos, y se durmió profundamente.


Mong tse escribió:
Tu primo, y el primo de tu primo, y tu mismo, todos habéis sido pinchados en el trasero por la misma aguja.

Mi iluminación y la del chico del té, comentó un día Arashi san, nada tiene que ver con levantar la nariz y cerrar los ojos. Oooohhh!
¿ Entendéis ? Cuando levanto el mentón mi nariz es la nariz del mismísimo universo.

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