EL JEQUE ABDÚ

"Pues se diría que todo lo viviente ansia y está movido irresistiblemente por completarse, germen, embrión que busca acabar de nacer en un medio más amplio y luminoso donde su total aparición sea posible, su totalidad inacabable. Un medio, se diría, en el que el tiempo sea fecundado por la luz."

María Zambrano- Notas de un método


En Fez todo el mundo sabía que el jeque Abdú era un ladrón de piedras. Labraba el metal, si, y perforaba y pulía, torcía y enderezaba, se perdía en los relieves, en la capilla roja tras la puerta oval. Finalmente allí, en la luz, conjuraba la sombra y las alas.
Este hombre hablaba con las golondrinas. Veía en el plumaje de estas aves la unión última de los opuestos, el matrimonio del rey y la reina, del sol y la luna...

El jeque daba continuas muestras de poder entender el lenguaje de los animales cuyas costumbres estudiaba hasta el más mínimo detalle. Así rebuznaba, ladraba,maullaba, gorjeaba, rugía y hasta zumbaba con cualquier animal que se topase en el camino.
-De entre todas las criaturas- Decía el viejo bigotudo.- si hay alguna que admiro e imito es la abeja. En el libro de las Puertas Egipcio se dice que su zumbido es como el rumor del sol poniente.
Un día se atiborro de dulces de miel, una suerte de pestiños. Se pringaron sus largos bigotes que colgaron lacios como una campana muda. Se quedó dormido en el patio. Despertó aterrorizado varias horas después:
Las abejas cubrían su rostro, su cuello y hasta su pecho y manos. Sus ojos destellearon entre un mar de insectos. Pero no movió ni un músculo. Y no le picaron. ¿ Fue el miedo lo que causó su súbita iluminación ? El decía que en el zumbido de las abejas oyó la vibración del espíritu cuando se acerca a la miel del Padre, que vio y sintió el verde como inicio de todas las respuestas, que se había bañado en la luz del amanecer dorado.

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